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La Columna del Estilita

¡Vayase usted, señor Carretero!

¡Vayase usted, señor Carretero!


    Los hermanos de la Gran Logia de España tienen un gravísimo problema y éste tiene nombre: José Carretero Domenech, su gran maestro.

    Ya nos tenía acostumbrados a su errática conducta, al margen de las leyes, usos y costumbres masónicas, tomando decisiones arbitrarias tales como supensiones improcedentes, inmiscuirse en la política, ruptura de relaciones fraternales con otras grandes logias y otros cuerpos masónicos. Lo último ha rizado el rizo, meter la mano en la caja del dinero de la Beneficencia para fines diferentes a ésta, mientra miserablemente le quitaba la ayuda a un hermano en desgracia por no ser de su cuerda.

    Para poder convalidar sus arbitrariedades, convoca una Asamblea extraordinaria el mismo día que la ordinaria, dos horas antes de ésta, y dentro del orden del día pone tres puntos para que se le convalide la decisión de la compra de un local hecha con el dinero de la Beneficiencia, sin especificar el precio de compra; que se le convalide la compra de una plaza de garaje y trastero, también sin especificar el coste y quién lo va a financiar y que, por último, se le autorice a firmar ante notario todo lo anterior. Tres votaciones y tres derrotas, a pesar de haber utilizado una delegación de votos no aprobada por ninguna asamblea: un delegado podía llevar su voto y el de cinco delegados más, todo ello para poder administrar mejor en su beneficio el voto de los jubilados ingleses. Hasta tal punto ha llegado el hastío que algunos hermanos ingleses votaron en su contra a pesar de las consignas recibidas. LLegados a este punto, y viendo la que se le avecinaba, con una pueril escusa, suspende arbitrariamente la Asamblea ordinaria.

    Según los reglamentos de dicha Obediencia, antes de un mes debería haber convocado una nueva Asamblea pero no lo ha hecho. Cualquier persona
con dignidad que dirija una asociación y que proponga a una asamblea soberana tres puntos y los tres salgan derrotados, por amor propio presenta la dimisión en el mismo acto.

     Visto lo anterior, se deduce que el señor Carretero ha resultado ser un ambicioso inútil, un mal gestor, un dictador, un miserable que le quita la ayuda a un hermano necesitado, un tramposo convocando amañadas asambleas, un hombre sin honor y digindad y, por último, un cobarde.

Por el bien de la Masonería española: ¡ Vayase usted, señor Carretero !


durmientes@gmail.com

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