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La Columna del Estilita

La leyenda del maestro Hiram Abiff

    Según la tradición masónica, Hiram Abiff, célebre maestro constructor del Templo de Jerusalén, fue asesinado por tres malos obreros que deseaban conocer la palabra de paso de maestro para poder cobrar cobrar su salario y ostentar el citado y sublime grado que sólo lo tenían 3.300 miembros de la gran empresa de más de 180.000 trabajadores. Dicho grado se conseguía con años de experiencia y demostrando un profundo conocimiento del arte de la construcción.  Independientemente de sus nombres, uno representa a la ignorancia, otro la ambición y el tercero el fanatismo, los tres grandes males de la Humanidad.

   Lo que no se dice, o quizás se mantiene  en el olvido, es que cuando el maestro Hiram Abiff era atacado por estos tres asesinos, la Fraternidad, al oir los lamentos y quejidos del maestro, acudió en su ayuda, saliendo mal herida del trance. Desde entonces nunca más se la ha vuelto a ver y se ignora si ha fallecido o se encuentra escondida, restañando sus heridas.

      La Obediencias, como entes administrativos, gastan todo lo que recaudan en grandes viajes de sus dirigentes y en pantagruélicos ágapes regados casi siempre con las más selectas bebidas del lugar y fumando los habanos más caros. Esa es la constante. Durante años la ambición era cobrar "la devolución del patrimonio de la Masonería" pero ante las nulas posibilidades de cobrar los mandamases han optado por el "carpe diem", o sea, en román paladino, comamos y bebamos que el mundo se acaba. El problema es que nadie responde de ello.  La ignorancia campa a sus anchas por las Obediencias, casi nadie conoce el simbolismo masónico, sin el cual es imposible pulir la piedra bruta que todos llevamos dentro, pero poco importa porque lo más importante es el aspecto social de la Masonería, que da lustre a los que en su vida profana han fracasado, o nunca han obtenido el éxito. En este caso la Masonería se convierte en la tapadera de sus  complejos y frustraciones personales. Acostumbrados a formar grupos para alcanzar el poder, se convierten en fanáticos de su causa. Total, los tres enemigos de la Humanidad salen y atacan con mayor fuerza...

    Quizás el secreto masónico mejor guardado es que no existe la fraternidad en las Logias, al menos en las españolas. Cuando algún miembro ha caído en desgracia económica todos vienen a consolarlo "moralmente", pero a la hora de echar la mano en la cartera, la cosa es diferente, todos miran para otro lado. El que ha practicado la fraternidad, a título personal, ha sido por lo general poco agradecida. ¡Vaya panorama! Los tres enemigos de la Humanidad campando a sus anchas y la escasa o nula fraternidad, por si fuera poco, nada agradecida.

 

Laurisilva, Maestro masón

durmientes@gmail.com

 

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